viernes, 13 de febrero de 2009

Generando confianza entre Perú y Chile


El balance del año en cuanto a las relaciones Perú-Chile nos debe llevar a reflexionar sobre los límites de la política de cuerdas separadas y del conocido 2x2 como una de las medidas de fomento de confianza en el plano bilateral. En el mes de diciembre del pasado año tuvimos tres momentos de tensión que no contribuyeron a demostrar que tales políticas son sustentables en el mediano y largo plazo. Esto sin mencionar la aún sentida incomodidad del gobierno chileno ante la presentación de la demanda peruana ante la Corte Internacional de Justicia en el tema de la delimitación marítima en enero del 2007.

El primer incidente de diciembre lo propició el video del entonces Comandante General del Ejército Peruano, el Gral Edwin Donayre, en el cual muy seguidor a su estilo irreverente y sardónico se refirió a sacar a los chilenos en cajón o en bolsa, a lo cual proactivamente el Presidente García presentó sus excusas a la Presidenta Bachelet dando ésta por zanjado el asunto. Sin embargo, y aquí viene el segundo incidente, según el Canciller chileno no se daba por zanjado el asunto en tanto no se pase al retiro al general inmediatamente tal como lo había ofrecido el presidente peruano a su similar chilena. Supuestamente lo que dijo Alan García y lo que supuestamente entendió Michelle Bachelet en cuanto al pase al retiro del General no empataban. Y el tercer incidente provino de una entrevista en la que el Canciller peruano García Belaunde se refirió sobre lo importante que sería que Chile debería reducir la compra de armamento y derogar una ley que dedica 10% de los ingresos del cobre a gastos militares y así contribuir a la paz regional.

Estos incidentes demuestran que dejar en manos de nuestros gobernantes y sus canales oficiales el tema de la mejora de las aun distantes relaciones entre Perú y Chile, resulta tan insuficiente como asumir que por el hecho de que los restaurantes de comida peruana en Santiago de Chile sean considerados los mejores y que las nanas peruanas se hayan convertido en una presencia frecuente en familias de clase media o alta chilenas, estamos promoviendo mayores puentes de comunicación y confianza con los vecinos del sur.

Estos incidentes lamentablemente dejan en un segundo plano importantes gestos que se han dado a lo largo de la administración Bachelet como la devolución de libros y encunables que fueron sustraidos de nuestra Bilbioteca Nacional durante la ocupación chilena de Lima, entre 1881y 1883. Un tema aparte lo constituye identificar qué otros gestos importantes podrían darse entre ambos países para revertir el existente patrón de desconfianza.

Tomando en cuenta este panorama, creo que se requieren abrir nuevos canales de intercambio y de conocimiento mutuo. ¿Nos hemos puesto a pensar cuánto sabemos los peruanos acerca de Chile y cuánto de lo que creemos saber se basa en realidad y cuánto en mito? De otro lado, ¿sabemos cómo piensan los chilenos sobre el Perú y los peruanos actualmente? ¿Sabemos que los chilenos entienden que la Guerra de 1879 representa para el Perú uno de su mayores traumas nacionales? Me temo que nuestro conocimiento de Chile está directamente influido por la Guerra del Pacífico de 1879 y sus dolorosas secuelas, y por las informaciones que recibimos de los medios de comunicación sobre el trato que reciben los inmigrantes peruanos en Chile.

Esos nuevos canales deberían ser impulsados por las instituciones y organizaciones de la sociedad civil con una clara conciencia que lo que realmente importa es crear lazos de cooperación, confianza y comunicación fluida. Estos elementos son esenciales para crear un clima de distensión y paz duradera que es lo que requieren nuestras relaciones. En este esfuerzo deberían abocarse no solo historiadores de ambos paises―quienes se han venido reuniendo para discutir nuestras historias y en especial el tema de la guerra de 1879. También deberían participar las universidades a través de programas de intercambio de alumnos y profesores, las ONGs promoviendo proyectos de integración y de intercambio de experiencias de desarrollo, y siguiendo esta línea los intelectuales, los gremios profesionales, los sindicatos, los medios de comunicación y los artistas entre otros. Se han dado algunas inicitaivas interesantes y otras que han patinado por no haber tomado en cuenta ciertas sensibilidades (recuérdese el evento poético “Chile poesía” que se realizó en marzo del 2007 a bordo del Huascar que actualmente se encuentra en el puerto chileno de Talcahuano.). Lo importante es que la sociedad civil participe activamente de esta suerte de diplomacia ciudadana,

Es notorio que existe mucha fluidez en el plano del intercambio económico y sobretodo en lo que respecta a la presencia e interés de inversionistas chilenos en nuestro país. Es claro que las relaciones comerciales suelen ser importantes para fortalecer las relaciones internacionales, pero recordemos que en gran medida el interés está en el afán de lucro y no necesariamente en propiciar puentes de cooperación entre los pueblos. Resulta, por lo tanto, crucial que para impulsar un cambio en las relaciones entre nuestros países el de abrir otros tracks que, funcionando en paralelo, tejan un tramado de relaciones que promuevan iniciativas de cooperación efectivas, políticas de confianza entre los estados y que ante tensiones en el plano oficial se activen rápidamente impulsando mecanismos de apertura del diálogo y de amortiguación de las diferencias. Solo así podremos estar convencidos unos y otros que no será necesario seguir invirtiendo en armas y que el recurso a la guerra está totalmente descartado por el bien de nuestras generaciones venideras.


Ivan Ormachea Choque
iormachea@prodialogo.org

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